[Nota previa. Cada vez que diga 'monólogo' me refiero estrictamente a stand-up comedy: persona con micrófono preferiblemente sobria en un bar contando chistes ante un público preferiblemente ebrio. Importante que no se confunda con monólogo teatral.]
[Nota previa también pero posterior a la primera. Un "open mic", o micrófono abierto, es un espectáculo donde los debutantes se estrenan y los monologuistas van a probar chistes que posteriormente utilizarán; una sala de entrenamiento donde ver cuáles funcionan y cuáles más vale que no vuelvan a ver la luz nunca más.]
2005. La Maria Rovira tiene 15 años. Escribe, como todos los adolescentes ajenos al sexo, literatura atormentada. Tiene un Word de 80 páginas titulado Arañando espejos.doc. A pesar de vivir el 100% de su vida en catalán, la poesía y los relatos (o lo que ella llama poesía y lo que ella llama relatos) los perpetra en castellano. Paradójicamente, su lengua materna no sirve para articular el lamento de su alma adolescente afligida, valga la redundancia. No sabe por qué, pero le parece que el catalán no tiene pedigrí literario. No es un paso caso aislado entre la gente de su edad. A los pocos años dejará de pensar semejante sandez.
Pero sí le durará varios años más otro prejuicio: el catalán no vale tanto para hacer reír como el castellano. Todos los monólogos que ha visto hasta ahora son en castellano, porque los ha visto todos en El Club de la Comedia: un cómic / actor famoso, un teatro lleno de gente, un texto que seguramente no se ha escrito él. Paralelamente aún tiene otro, de prejuicio, que no es lingüístico: objetivamente, los hombres hacen más risa que las mujeres. Será por eso que salen pocas, a contar chistes.
// Elipsis temporal ///
Hace cuatro años, en Barcelona se hacían más monólogos en inglés que en catalán. No nos cuesta creer, teniendo en cuenta que se hacían casi tantos monólogos en catalán como en gaélico. (Es muy posible que esta afirmación no cuente con todo el rigor periodístico que nos gustaría a vosotros y a mí). Es muy difícil competir con la devoción absoluta por el formato que sienten los anglófonos; no es poco común que un turista que pasa cuatro días en Barcelona mira qué oferta le brindan los antros de la ciudad para ocupar una de las tres noches; y si un residente tiene menos interés por el género, posiblemente acabe buscando un open mic. En cambio, la escena en catalán quedaba como algo anecdótico. A todo esto, cuando el catalán aparecía en monólogos en castellano, a menudo lo hacía (y lo hace todavía) como gracia folclórica, como quien hace un acento divertido. Se utilizaba para rematar un final de párrafo ( "Ui, però és que això, Montserrat, costa molts calers, eh!") Como chiste en sí, sin haber más gag que este.
El catalán como lengua humorística tenía un estatus alineado con mi percepción de 2005: sólo válido como recurso puntual y objeto de mofa, y nada mucho más allá.
Paralelamente, sin embargo, en Twitter sí existía de manera orgánica, asilvestrada, burda y genuina un humor en catalán, al margen de los circuitos más institucionalizados. Un Twitter-Cataluña que tiene su embrión en la Blogosfera-Cataluña, con algunos popes de referencia. Hay algo que conecta fuertemente Twitter y el stand-up: sacar los propios trapos sucios para ponerla sobre la mesa y ante la audiencia, ser hiriente con los demás y con uno mismo. Este estilo de primera persona sin rodeos, humillante y autobiográfico, de lo realmente miserable que haces cuando nadie mira, no estaba en el monólogo estándar que habíamos visto hasta entonces en la televisión. Si hiciéramos un promedio de todos los comediantes que aparecieron, el resultado muy posiblemente sería un hombre blanco y heterosexual hablando de 1) temas costumbristas y 2) guerra de sexos. La comida de los aviones, que no vale nada. Y ¡qué pesado, ir al cine con tu novia, porque claro; ella quiere ir a ver una película romántica y tu una de explosiones. Pura vanguardia. Camiones de dieciocho ruedas cargados hasta arriba de caspa.
Hoy día, en Barcelona, sigue habiendo más monólogos en inglés que en catalán (y por supuesto más monólogos en castellano que en inglés), pero el circuito en catalán existe y tiene nombres de referencia: El Soterrani y l'Altre Mic, micrófono abierto. La inmediata aceptación que tuvieron y el éxito de público que se renueva cada semana (coronavirus aparte) demuestra que lo que era anómalo era su ausencia, porque cubren una demanda existente.
En este enamoramiento y conexión con los fundamentos de la stand-up ha tenido mucho que ver el acceso generalizado de material en inglés y especialmente norteamericano: si preguntamos a los que hacen stand-up hoy día en El Soterrani y l'Altre Mic cuáles fueron sus primeros referentes significativos, salen nombres como George Carlin, Seinfeld, Gervais o Louis CK. No sé si, teniendo en cuenta esto, podemos decir que el humor que hacemos ahora en los bares de Barcelona es humor catalán™ propiamente dicho. No creo que seamos eslabón de la cadena que recoge la tradición de Pitarra y Capri, que digamos. Por eso, me resuelvo la cuestión hablando de humor "en catalán" y dejo este debate para otro.
Y quien podemos ver actuando si asistimos a un espectáculo del Soterrani o l'Altre Mic, si la pandemia lo permite? Pues aquí una pequeña lista, donde no están todos ni mucho menos: